Un acto sencillo
de nuestra Madre,
algo tan bello
y tan tristemente ignorado
por muchos de sus hijos
cegados por el falso oro...
Un acto lento y suave,
pero poderosamente conmovedor
si lo observas con toda tu alma abierta...
Porque para entender ese acto
tenemos que abrirnos en canal
al amor que nos ofrece la tierra
y así corresponderla
en su afán de ser amada
por aquellos que le deben
(tan solo) la vida.
Ábrete y permite a los demás
disfrutar del color de tus pétalos.
Hazles llorar con la visión de
sus formas imperfectamente perfectas.
Haz que sus cuerpos vibren
al acariciar tu piel
y que revienten de placer
con el olor de tu alma
fundiendose con las suyas...
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